No es que no te apetezca ir, ni que vayas de borde por la vida, es que simplemente te da mucha vergüenza. Una fiesta de cumpleaños a la que van personas que no conoces, una primera reunión con la familia política o un evento del trabajo en el que tienes que hacer relaciones sociales, cuando no son precisamente tu fuerte, pueden ser un motivo de angustia para una persona muy introvertida. Y es que a veces nuestra timidez nos limita ante ciertas situaciones, que nos encantaría saber llevar de otra manera.
La psicóloga clínica Luisa-Pilar Modroño explica que “ser tímido implica que se tarda más en intimar con los demás”, puesto que “en situaciones sociales nuevas, con mucha gente o con personas que no se conocen provocan malestar y ansiedad”. Ante esta idea, la también experta en psicología positiva, Carolina González apunta que lo más importante es “no dejar que la mente se anticipe con pensamientos negativos”, pensando que por culpa de nuestra timidez vamos a pasarlo mal, y que le demos a esa nueva situación “el beneficio de la duda”. Todo ello, teniendo presente que no tenemos por qué gustarle a todo el mundo, y que siempre que conocemos gente nueva habrá con quién encajemos más y con quién encajemos menos.
Teniendo en cuenta esto, ambas expertas nos proponen una serie de ideas que nos pueden ayudar a romper el hielo e iniciar una conversación con gente nueva, sin que nos pueda la vergüenza.
1. Reconoce que eres tímido: Tal y como González explica, si lo que nos preocupa es nuestra timidez, lo mejor es admitirla. “Existen más tímidos de lo que crees, y afirmarlo abiertamente puede hacer que conecten contigo, que empaticen tanto los tímidos, como personas más extrovertidas que te hagan la noche un poquito más agradable”. Puestos a hacerlo, mejor tomárselo con humor y decirlo con una sonrisa, con lo que evitaremos que la gente al vernos distante piense que somos unos bordes, y contrariamente nos vean “como alguien sincero y por tanto interesante”.
2. Haz un cumplido: Una buena forma de romper el hielo es la que propone Modroño, que apuesta por hacer un cumplido para iniciar una conversación, siempre que este sea creíble. Por tanto, si acabamos de conocer a esa persona “es mejor hacer un comentario centrado en su aspecto, como por ejemplo decir que nos gusta su reloj o cualquier otro complemento, o el mostrar acuerdo e interés cuando esa persona exprese alguna opinión o cuente una anécdota”.
3. Tira de clásicos: Hay clásicos que nunca mueren, y si no sabemos qué decir, podemos tirar de ellos siempre y cuando no nos dé por hablar del tiempo. Las propuestas de Carolina González son simples y sencillas, como un “¿de dónde eres?”, que permite que la persona cuente algo de sí mismo, al igual que un “¿a qué te dedicas?”. Asimismo, “los temas más emocionales también suelen ser agradables para mantener conversaciones, como por ejemplo hablar de viajes que nos han gustado”. Otra idea es tener la actualidad en mente, para por ejemplo hablar de los últimos estrenos en la cartelera o de algún conocido programa televisivo.
4. Sonríe y haz contacto visual: No es sólo lo que decimos, sino cómo lo decimos. Luisa Pilar Modroño no olvida que es importante “sonreír y establecer contacto visual para dar sensación de apertura”. Además, otro punto importante es practicar lo que se llama “escucha activa”, que consiste en “mantener el contacto visual con intermitencia, asentir, mostrar acuerdo (si lo hay) a lo que nos cuentan, o hacer un resumen en una frase de lo que ha dicho para que vea que capta nuestra atención, del estilo: ¿entonces te gusta pasar los veranos en la playa?”.
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