Cuenta la leyenda (en una de sus versiones) que el pastor Endimión, las noches que hacía buen tiempo, caía dormido desnudo observando la luna. No sabía que la propia luna, materializada en la figura de la diosa Selene, bajaba a visitarle mientras dormía y le amaba sin despertarle. Tanto es así que llegaron a tener 50 hijas, porque mantenían relaciones sexuales: despierta ella, dormido él. La mitología griega recogía ya la práctica del sexo estando dormido, y la ficción lo sigue haciendo ahora, en versiones mucho más modernas, como por ejemplo la saga de literatura erótica Crossfire, de Sylvia Day. Pero los sexámbulos (sonámbulos sexuales) no son solo ficción, sino una realidad sobre la que la ciencia pone cada vez más atención.
En los últimos años, diversos estudios han ido recogiendo casos en los que no tanto los pacientes, sino más bien sus parejas, atestiguaban que sus partenairesse masturbaban o parecía que mantenían relaciones sexuales mientras dormían, ronquidos incluidos. Bromas y curiosidades aparte, la sexsomnia (así se llama este estado) plantea grandes retos y dilemas, sobre todo cuando la persona que está dormida agrede a una tercera sin ser capaz de recordar absolutamente nada al día siguiente.
Cuando hablamos de sexsomnia, por tanto, no estamos hablando de tener un sueño húmedo, ni de una erección o una polución nocturna, sino de llegar realmente a ponerse manos a la obra. Se trata de un tipo concreto de parasomnia, es decir, de un trastorno del sueño que ocurre de forma intermitente o de forma episódica durante la noche, que incluye, en este caso, conductas sexuales. Si bien, al tratarse de un terreno tan íntimo, no se tienen aún datos concretos y fiables respecto a su incidencia, sí se sabe que en general, las parasomnias (entre las que también estaría el sonambulismo) se dan en menos del 6% de la población adulta.
El término sexsomnia, en realidad, no aparece hasta 2003, aunque ya en los años noventa habían comenzado investigaciones a este respecto. Lo acuña el psiquiatra y director del laboratorio de Investigación del Sueño de la Universidad de Toronto, Colin Shapiro, cuando publica su investigación Sexsomnia, ¿una nueva parasomnia? Esta recoge los informes de los casos clínicos de 11 pacientes, y extrae algunas conclusiones, entre ellas, que la sexsomnia tiene rasgos distintivos que la separan de otro tipo de sonambulismo, y que el sonambulismo suele ocurrir nada más dormirse, mientras que la sexsomnia se produce en cualquier fase.
Uno de los casos más llamativos de esta investigación es el de DW, un policía divorciado de 43 años. La información llega no tanto por su experiencia, sino por el relato que expusieron dos de sus parejas, que no sabemos sí se conocían entre sí, pero que aseguraron que el sujeto era mejor amante dormido que despuerto, ya que, en su estado de sexámbulo, se mostraba «más cariñoso y delicado al tiempo que preocupado por el placer de la mujer que cuando estaba despierto». De hecho, a lo largo de los años, Diego García-Borreguero, neurólogo y director del Instituto de Investigaciones del Sueño de Madrid, ha llegado a ver casos en consulta de personas que cambian de actitud durante los episodios de sexsomnia, «incluso en su orientación sexual, dándose conductas homosexuales en personas habitualmente heterosexuales y viceversa».
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