Se dice que el sexo es como montar en bicicleta, que nunca se olvida. Pero lo cierto es que la frecuencia de las relaciones sexuales puede influir en nuestro nivel de pericia, o incluso, en nuestro deseo sexual. Tanto para bien, como para mal.
Según explica Myriam Belmar, endocrina del Hospital Vithas Nisa Pardo de Aravaca, «si las relaciones son gratificantes, nuestro organismo nos pedirá volver a tenerlas para volver a experimentar la satisfacción que le genera». La experta detalla que esto se debe al sistema de recompensa. La lógica de este mecanismo es que durante el acto sexual y la excitación se producen endorfirnas, dopamina y serotonina, «que son las mismas que se librean cuando comemos chocolate, hacemos compras agradables o realizamos ejercicio físico». Según la experta, estas hormonas crean una sensación de placer y bienestar «estimulando nuestro sistema cerebral de recompensa», lo que produce una «pseudoadicción o necesidad de volver a experimentar el estímulo que las ha generado».
Las fluctuaciones de la libido
Sin embargo, la mala noticia es que ese enganche sexual no dura para siempre. Como aporta la endocrina «esta sensación se irá amortiguando a medida que pase tiempo sin mantener relaciones sexuales y nuestro cuerpo se olvide del clímax previamente alcanzado, lo que hará que no necesite tan activamente un nuevo encuentro sexual para alcanzar el bienestar».
Algo que parece que es más común en las mujeres que en los hombres, según encontró un estudio publicado en Sexual and Relationship Therapy, que concluía además que «las mujeres experimentan una disminución en el deseo sexual en el transcurso de sus relaciones». La razón, comentan el estudio, es que, al menos en el caso de ellas, este deseo más intenso al comienzo de las relaciones se debe a «la necesidad de conectar íntimamente con la pareja».
Otra cuestión a tener en cuenta es lo fluctuante que puede ser la libido. Tal y como aporta la endocrina, «la libido es el término que utilizamos cuando nos referimos al deseo sexual, ese impulso y motivación que nos incita a mantener relaciones sexuales». Sin embargo, no se trata de algo estable o que se mantenga con el tiempo, puesto, apunta Myriam Belmar, «los niveles de la libido varían enormemente de una persona a otra, e incluso a lo largo del día, en función de las características personales de cada individuo y de condicionantes externos al propio sujeto».
Una alimentación desequilibrada disminuye el deseo sexual
Aparte del tiempo que dura una relación al que hacía mención el estudio, la experta señala sobre los factores que condicionan la libido que, «desde un punto de vista científico, los biológicos como las hormonas influyen notablemente en la libido y juegan un papel muy importante en su aparición y potenciación. Somos pura química y gran parte de nuestras acciones, sentimientos y comportamientos son el resultado de la combinación de reacciones bioquímicas que se suceden en nuestro organismo».
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