Cuando se piensa en cuerdas y en erotismo, la mente viaja hacia el bondage, el arte de inmovilizar a una persona con el objetivo de someterla para impartir dolor o placer, generalmente con un objetivo sexual. Pero en ese caso, el bondage es una herramienta para conseguir un fin. En cambio, el shibari, el arte de atar al estilo japonés, es a la vez camino y destino. Porque lo que se busca es sencillamente dejar que la persona sienta la sensación de las cuerdas, de su roce molesto o vibrante en puntos de presión clave, de dejar que le suspendan en el aire, de sentirse, en definitiva, a la merced total de alguien.
Antonio Shibarita dice que no se considera un maestro, pero sí alguien que ha sabido aprender de muchos, japoneses y maestros de shibari a nivel internacional. Porque esto de las cuerdas, insiste, «no es algo que se pueda aprender en un tutorial». No solo por la parte artística, sino porque hay que saber hacerlo bien, para que no entrañe peligro.
Lo primero que explica sobre el shibari es que puede definirse como «el arte japonés de la atadura erótica». Aunque sobre el mismo, matiza que también hay palabras que lo diferencian, ya que, «shibari significa atadura, mientras que kinbakuse podría traducir como ‘atar fuertemente’. Ambas se emplean con ciertos matices que las diferencian. La segunda tiene un matiz de ‘abrazo fuerte’ y se suele emplear cuando la atadura realizada conlleva una comunicación emocional».
Un arte que conlleva un aprendizaje
Si esa es la parte etimológica, la parte técnica también tiene sus concreciones. Por ejemplo, en el uso de los materiales. Así, si en el bondage es habitual usar plásticos, cintas adhesivas, látex o cuerdas sintéticas, «en el shibari siempre se usan fibras naturales, preferiblemente de yute o de cáñamo», ya que las cuerdas son un medio por el que debe fluir la emoción entre el que ata y el que es atado. El emisor y el receptor del mensaje, en un acto que es una forma de comunicarse, al fin y al cabo.
Aunque el shibari tiene mucha historia, resumiendo un poco sus orígenes, Shibarita relata que «es un arte que, aunque bebe de técnicas usadas por los samuráis para otros fines, fue desarrollada por el pintor Itoh Seiyu para ilustrar relatos eróticos, primero en dibujos y luego en fotografías. Tanto es así que se le considera el padre del shibari».
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