El verano sienta bien. Tenemos más tiempo para disfrutar despacio de los pequeños placeres, o incluso, para disfrutar de experiencias que no solemos realizar habitualmente. Una de ellas es el naturismo, es decir, disfrutar de ir desnudos como llegamos a este mundo.
Más allá de la sensación de libertad, o de todos los roces que se puedan provocar, el naturismo también es una forma de mejorar nuestro bienestar. Así lo asegura Ismael Rodrigo, presidente de la Federación Española de Naturismo, “la desnudez permite que el sol desinfecte y ponga moreno todo el cuerpo. Siempre, eso sí, que se haga con las mismas precauciones que para la toma del sol con bañador”, es decir, usar adecuadamente el protector solar. Un hecho a tener en cuenta precisamente en las zonas a las que no les ha dado el sol, como pueden ser de hecho los genitales.
Pero no solo se practica el nudismo en las playas y piscinas (recordemos el día “sin bañador” en las piscinas madrileñas, planteado este año para el 17 de julio), pasar unas vacaciones naturistas conlleva disfrutar de la libertad de nuestro cuerpo, tanto de día, como de noche. En este sentido, Rodrigo apunta a que “la desnudez es especialmente saludable a la hora de dormir, sobre todo para las mujeres. Evita el sudor y las consiguientes infecciones por hongos en la vulva, para los que se recomienda evitar ropas que aprieten y no permitan respirar y airearse”. Además, teniendo en cuenta que la temperatura es un factor clave para alcanzar un sueño profundo, el dormir desnudos en verano también facilita que el cuerpo se enfríe y que nuestro cerebro no le mande la orden de estar dando vueltas toda la noche.
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