Era el “empotrador” de tu vida. Los mensajes de texto antes de quedar ya encendían el horno, pero las miradas que os echabais cuando os teníais delante, terminaban por conseguir que ardiera Troya. La cosa empezaba por esos besos pasionales, de los que surgen en las calles oscuras, y acababan con algún arrebato, de los que pasan en esos lugares inconfesables. El sexo era genial por sí solo. Porque era nuevo, era fresco, era el principio. Pero los principios no duran siempre, y la libido desaforada tampoco.
Al final, esos momentos de aquí te pillo y aquí te mato, que tanto te gustaban al principio, acaban por ser encuentros más pausados y rutinarios. Ya no sois la novedad, sino el cuerpo conocido, y aunque eso tiene sus muy muchas ventajas, también supone que uno acaba por repetir una y otra vez lo que sabe que funciona. Repetimos la partitura a sabiendas de que sonará siempre bien, pero sin pensar que de tanto usarla, no haremos sino desgastarla.
Existe la falsa creencia de que el deseo un día se escapa por la ventana, para nunca más volver. Falso. Totalmente falso. El deseo, con el tiempo, no desaparece, solo se esconde, y es cuestión de poner voluntad el buscarlo.
Por eso, a sabiendas de que cuidar nuestra relación es cuidar nuestro sexo, una decida ponerle algo de “chispa” al asunto. Recibirle con ropa interior último modelo, comprar algún aceite de masaje, y tal vez algún vibrador para usar en pareja. Consigues incluso superar tu vergüenza, y si no te ves comprando un disfraz, y marcándote un buen striptease, improvisas con esa vieja falda de tablas, y juegas a ser una niña muy mala. Ya que te pones, incluso, lo mismo cae algún azotador, uno de esos cuquis que son rositas y en forma de corazón. Te pondrás a leer algún libro, de esos que dan consejos e ideas para salir de la rutina, o aprovecharás la última lectura de tu novela erótica, para poner algunas fantasías en práctica. Tardarás un tiempo en ser consciente de que la innovación, por fin, ha llegado a vuestra cama, pero que por alguna razón, tú eres la encargada de buscarla.
La mayoría de escritoras eróticas y sexbloggers son mujeres, y de hecho, también lo son gran parte de las lectoras. Igualmente, las tiendas eróticas han sufrido una revolución y un auge incluso en tiempos de crisis, gracias a que han conseguido conquistar al público femenino con un ambiente mucho más cuidado, y con unos productos de estética más sensual que realista. Son algunas de las señales que indican que, en gran parte, las que se preocupan por innovar en su sexualidad, solemos ser nosotras.
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